LA PESTE

Breve reseña de un clásico de la modernidad que dio vida al absurdimo.

RESEÑAS Y OPINIONES

José F. G. Rodriguez

11/27/20235 min read

Albert Camus fumando, foto en blanco y negro.
Albert Camus fumando, foto en blanco y negro.

La Peste, de Albert Camus

El absurdismo y el hombre moderno

Mi primer acercamiento a Albert Camus fue durante mi adolescencia con El extranjero. En aquel entonces me fascinó su forma de narrar hechos simples que entrañaban cuestiones mucho más complejas. Irónicamente tuvieron que pasar más de diez años para que volviera a abrir un libro de este autor, y tal vez no haya sido el mejor momento. No porque me haya decepcionado, Camus es uno de esos autores con los que uno se va a la segura, sino porque pasaba por un momento complicado, lleno de cuestionamientos, dudas y ansiedad. Por lo que un libro existencialista me vino como anillo al dedo, aunque no de una forma positiva.

a man standing in the snow with a hat on
a man standing in the snow with a hat on

El Albert Camus fue un escritor argelino quien centró sus obras, tanto novelas como ensayos, en el existencialismo. Delimitando el concepto definitivo del absurdismo, el que ya había sido tratado por otros autores como, por ejemplo, por Franz Kafka.

La peste puede resumirse burdamente de la siguiente forma: una ciudad (Orán) es asediada por una misteriosa enfermedad (la peste), los personajes se ven obligados aislarse en cuarentena para sobrevivir,  hasta que finalmente superan la adversidad y Orán se vuelve abrir al mundo.

Dicho así no parece la gran cosa, pero eso es parte de la magia de Camus; hacer reflexiones profundas a partir de situaciones aparentemente mundanas. Y es que el fuerte de esta novela no está en los hechos que relata, sino en lo que estos significan. En este sentido, La peste es un verdadero carnaval de alegorías.

Todo ello sin dejar de mencionar que su descripción de la cuarentena se adelantó fidedignamente a lo sucedido en 2020 con el Coronavirus.

En cuanto a las alegorías, no las voy a sintetizar todas, ya que ello excede el propósito de este blog. Además, la gracia es que cada lector saque sus propias conclusiones, ya que una misma novela es una experiencia distinta según quien la lea.

Partamos por aquella alegoría que le da el nombre al libro. La peste no representa nada en concreto, sino un concepto abstracto: “el absurdo”. Pero ¿qué es el absurdo? Grosso modo lo podríamos perfilar como todos aquellos sucesos de la vida que no podemos controlar, lo impredecible e irracional. Es más fácil graficarlo, al estilo de Camus, con un ejemplo cotidiano. Cuando fallece una persona joven con toda una vida por delante, la gente a su alrededor suele preguntarse cómo y porqué ocurren ese tipo de tragedias, como si la vida y la muerte tuviesen reglas lógicas, o normas basadas en la ética y la moral. Todos esos cuestionamientos son “el absurdo”; el darse cuenta que la vida no tiene un sentido per se, más que el que uno mismo pueda darle.

a poster of a group of people in a crowd
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La peste también es un factor que empuja a los personajes, excusa perfecta para adentrarse en la compleja psiquis del humano y de la sociedad. La peste crea un contexto donde la rutina y la monotonía termina por consumir a los personajes, planteando la siguiente pregunta: ¿qué tan diferente es esa rutina a nuestra vida diaria? Quizás hoy en día, con la tecnología y la gran variedad de ocio que tenemos, no parece muy acertada la comparación. Pero en 1947 podían pasar días para comunicarse o verse con alguien, y el mayor pasatiempo era pasear o leer el periódico. Por lo que, en ese contexto, la pandemia no lucía muy diferente a su vida diaria, más por el hecho de que no podían salir del pueblo. Entonces la monotonía deja de ser un rasgo exclusivo de la pandemia, de manera tal que las preguntas que plantea la novela se extrapolan a la vida misma: ¿por qué hacemos lo que hacemos?, ¿por un Dios, por nuestra familia, por cumplir con la sociedad?

Así, cada uno de los personajes es un medio para dar a conocer una forma de enfrentar la vida. Algunos más mezquinos, otros más dadivosos. Pero la novela se centra en estos últimos; el doctor Rieux, el periodista Tarrou, Grand, e incluso Rambert, quien en un inicio se había mostrado esquivo a ayudar, encontraron en la peste una oportunidad de sacar a flote su mejor versión. Aun cuando la autoridad civil y eclesiástica habían perdido su fuerza, estos personajes decidieron ayudar. En ausencia del superyó freudiano, la solidaridad es más autentica.

a group of people holding hands in front of a sunset
a group of people holding hands in front of a sunset

En la otra cara de la moneda podemos encontrar a Cottard, un personaje temeroso, lleno de angustia y ansiedad. La peste le dio cierta tranquilidad, pues se sintió como en casa. Cual villano de película infantil, goza con la idea que todos se vean asediados por la incertidumbre, pues ese es su estado natural. Por ello es el más afectado cuando se da por terminada la cuarentena; no quiere volver a ser el bicho raro, quiere que todos se sientan como él. Y pierde la cabeza. No es menos trágico que este sentir sea encarnado por un personaje que trató de suicidarse al inicio de la historia.

Dejando de lado los personajes, no podemos olvidarnos de las no tan sutiles referencias al estado opresor que restringe las libertades. En este caso por la peste, en la realidad, por el nazismo o cualquier régimen totalitario. Tampoco podemos dejar de mencionar la crítica a la religión encarnada en el padre Paneloux.

a clock tower with a clock on top of it
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En definitiva, La peste de Albert Camus grafica muy bien el concepto del existencialismo del absurdo, como este afecta a nuestro diario vivir y cómo en la actualidad sigue más vigente que nunca. Parece que por mucho que cambien los tiempos, la humanidad sigue haciéndose las mismas preguntas. Pero, lejos de lo que podría concluirse, este libro me llenó de un tenue optimismo. Es cierto que es frustrante verse en vuelto en tareas cotidianas sin sentido ni propósito aparente, pero no es menos cierto que al final Camus le da un sentido positivo al absurdismo. Si no hay propósito, eres libre de hacer lo que quieras; y si eres libre de hacer lo que quieras, mejor hacer el bien. Toda esta esencia de la novela puede encapsularse en la siguiente frase: “Hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio".

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